viernes, 17 de octubre de 2008

Cuando fuimos en primer semestre


Caminamos todos separados y no juntos a lo largo del colegio, mientras todo llueve y una alfombra de color gris y pocas partes de blanco cubren el cielo. Yo me pregunto que vendrá después, yo soy una sombra más de las que muchos verán mover, y sin embargo todos lo saben y nadie lo dice, aunque todos lo piensan al menos una vez. Yo me pierdo constantemente; yo me pierdo muchas veces. Yo entré en primer semestre y el colegio me recibió con una fresca lluvia de otoño. Y las hojas de los árboles caen suavemente, miro al cielo y veo todo aquel gran abismo, aquella eterna cotidianidad. Yo miro también a los de sexto semestre y se ven tan antiguos, tan viejos, tan nostálgicos porque se irán muy pronto. Y muchos no dirán adiós. Yo no me preocupo, porque falta mucho tiempo todavía para conocer aquello que nunca he visto. Para amar, para tocar mi vieja guitarra pintada de color naranja, para visitar Texcoco, para ir a museos; para conocer a buenas amigas; para aprender a jugar ajedrez, para comenzar a escribir canciones y escribir alguna novela, o para saber qué se siente ser querido por alguien, si es que tengo esa suerte, o para ver cómo los desconocidos se consiguen lindas chicas y yo sólo una colección de discos de vinil; para ver cómo las besan mientras fumo un cigarrillo y siento un poco de envidia. ...Pero antes no era importante, nadie sabía lo que era amar. ¡Pero yo lo supe antes! ...pero nada de eso importa ya.
Caminamos todos separados, buscando salones. Estamos en mil novecientos noventa y cinco y es octubre. La lluvia cae dulcemente sobre mi rostro y todos creemos que llegaremos a estudiar una carrera, y mientras yo me pregunto ¿por qué es más difícil conocer, que simplemente amar? Ponemos hojas y decimos nuestro nombre a la hermosa profesora, nueva para nosotros. Ella es una más de los que tendremos, ¿cuántos más tendremos? Eso no lo sé. Y al terminar la clase hay una hora libre y voy con Pavel a jugar ajedrez, y mientras toco la guitarra Lizbeth me mira pero no dice nada. ¡Maldita sea! ¿Por qué nunca nadie dice nada? Y jugando ajedrez pierdo nuevamente.
Yo voy con la guitarra mojada a través de aquellos salones, muy perdidos de los terceros y los quintos, porque cada uno tiene su lugar. Y mientras tanto sigue lloviendo y las tardes son tristes. ¿Quién murió? Quizá la inocencia de ser lo que fuimos, quizá morimos a cada rato y volvemos a nacer. Quizá somos el sueño de alguien más, la vida de uno que es, o uno que duerme, o quién sabe que hemos de ser.
Y sin embargo ahí estoy, en el salón de clases, mirando a través de la ventana la lluvia que cae y que moja toda la escuela, y siento el viento en mi rostro; el viento frío que moja todo y lo humedece. Y yo como siempre, estoy pensando en ti.

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